Aunque poco a poco empieza a reactivarse la economía mundial, aún persiste una gran incertidumbre sobre la magnitud y la duración del impacto recesivo que las medidas de confinamiento y restricciones a la movilidad, necesarias para combatir la pandemia de COVID-19, tendrán en cada país en particular y en la economía global. El FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (FMI) espera que como resultado de la pandemia, la economía del mundo caiga en la peor recesión desde la Gran Depresión.
Actualmente, la economía mundial está comenzando a dejar atrás los mínimos en los que cayó durante el Gran Confinamiento que se dio con más fuerza en marzo y abril. Pero como la pandemia de COVID-19 continúa propagándose, muchos países han disminuido el ritmo de reapertura y algunos están volviendo a instituir confinamientos parciales para proteger a las poblaciones susceptibles.
Según las proyecciones del FMI, el crecimiento mundial alcanzará –4.4% en 2020; o sea, una contracción menos grave que la pronosticada en la Actualización de junio de 2020 de Perspectivas de la economía mundial (informe FMI).
Esta revisión refleja niveles del PIB mejores que los previstos para el segundo trimestre, en particular en las economías avanzadas, cuya actividad comenzó a mejorar antes de lo esperado cuando los confinamientos se hicieron menos estrictos en mayo y junio, así como también indicios de una recuperación más fuerte en el tercer trimestre.
El crecimiento mundial está proyectado en 5.2% para 2021. Tras la contracción de 2020 y la recuperación de 2021, el nivel del PIB mundial en 2021 estaría apenas 0.6% por encima del de 2019.
Las proyecciones de crecimiento implican amplias brechas negativas del producto y elevadas tasas de desempleo este año y el próximo, tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes.
Según las proyecciones del FMI, tras el repunte de 2021, el crecimiento mundial irá enfriándose hasta rondar 3.5% a mediano plazo. Eso implica un avance meramente limitado hacia la senda de actividad económica proyectada para 2020–25 antes de la pandemia, tanto en las economías avanzadas como en las de mercados emergentes y en desarrollo. Asimismo, representa un duro revés a la mejora proyectada de los niveles de vida promedio de todos los grupos de países.
La pandemia borrará el progreso realizado desde la década de 1990 hacia la reducción de la pobreza mundial y agudizará la desigualdad.
En el caso de los mercados de productos oleicos, luego de las estrictas medidas de confinamiento que se instrumentaron en la gran mayoría de los países durante marzo y abril particularmente, fue a partir de la segunda quincena de mayo que empezó el repunte de las importaciones de aceites y grasas en países como India y China, lo que representó en su momento un importante cambio en los fundamentales de estos commodities.
De tal forma que el volumen de comercio de aceites vegetales creció en forma importante en el mundo, luego de los bajos volúmenes que se registraron en el primer trimestre de 2020.
Ahora bien, para el siguiente ciclo se espera un repunte del consumo de aceites y grasas aunque podría tardar en volver a niveles pre COVID.
El efecto neto, para sorpresa de muchos, es que las fuertes recesiones económicas alrededor del mundo no provocaron una caída en la demanda de aceite vegetal, luego del impacto inicial.
Y la demanda de aceite vegetal fue impulsada en el sector alimentos por el reabastecimiento de los inventarios, cuando se presentó mayor demanda en la llamada nueva normalidad.
Por otro lado, en las últimas semanas se ha presentado un repunte en la demanda de aceites vegetales para fabricar biodiesel.
Los tres índices se mantienen muy por encima de sus valores del año pasado.
Las alzas del Índice de Oleaginosas reflejan mayores precios para la semilla de soya, de girasol y, en menor medida, para la canola.
Las cotizaciones internacionales de la soya crecieron en los últimos meses y alcanzaron su nivel más alto desde mediados de 2016. Además de reflejar una sólida demanda de importaciones de soya estadounidense por parte de China, los precios respondieron a la preocupación ligada al mercado sudamericano.
Las alzas en los precios de la semilla de soya, durante Octubre y Noviembre, fueron impulsadas principalmente por el deterioro de las expectativas de las cosechas sudamericanas y por el alto consumo en Estados Unidos, debido a mayores exportaciones y actividad de molienda local, que ha reducido significativamente los inventarios.
En el caso de la semilla de girasol, su precio alcanzó su nivel más alto desde Junio de 2013, ante una cosecha menor a la esperada en la región del Mar Negro y debido a la reducción de la producción estimada en la Unión Europea como consecuencia del mal clima en la mayoría de las regiones productoras.
Mientras que la semilla de nabo/canola mantuvo la tendencia ascendente de los últimos meses, impulsada por las bajas siembras de la cosecha 2021 en la Unión Europea, luego de condiciones de mucha sequía.
En lo que se refiere al Índice de Pastas, el marcado incremento fue derivado de una escasa oferta de soya en Argentina y en Brasil, lo que limitó la disponibilidad de oferta exportable de pasta.
Los precios en América del Sur y en Rótterdam de pasta de soya se ubican 40% por arriba de sus niveles del año pasado.
Las cotizaciones del aceite de palma continuaron aumentando por quinto mes consecutivo, alcanzando máximos para los últimos nueve meses, impulsados por una sólida demanda de importación, especialmente de China e India y por las expectativas de una menor producción en Malasia e Indonesia. Las fuertes lluvias ligadas al ciclo climático de La Niña afectaron los. trabajos de cosecha tanto en Malasia como en Indonesia, además de que hay escasez de mano de obra en las plantaciones de ambos países.
Durante los últimos cuatro meses, los precios de la semilla y de la pasta de soya han aumentado significativamente, 35% y 38%. También los precios del aceite de soya han mostrado una importante firmeza, aumentando 27% entre principios de Agosto y finales de Noviembre.
De igual forma, los precios del aceite de palma han mantenidouna tendencia ascendente en los pasados cuatro meses, comoconsecuencia de una producción menor a la esperada e inventarios decrecientes en el sureste de Asia.
Algunos factores a considerar para los siguientes meses: